En ocasiones, las empresas adquieren activos sin coste significativo mediante la donación de terrenos o edificaciones.
Por ejemplo, una agencia del gobierno local puede hacer una donación de activos para motivar al receptor a establecer operaciones en el área y, de esta manera, contribuir a la economía local.
Se pueden considerar dos posibilidades para determinar el monto a debitar en la cuenta de activos.
Primero, se podrían utilizar los costos reales. Sin embargo, debido a que esta cifra sería irrealmente baja en comparación con el valor razonable, prácticamente no se reportaría ningún recurso en el balance general y casi no aparecería depreciación en los estados de resultados futuros.
En segundo lugar, se podría registrar el valor razonable del activo, lo que resultaría en informar tanto el valor del recurso como el gasto de depreciación relacionado.
Los PCGA resolvieron el dilema al requerir el último enfoque al contabilizar las “transferencias no recíprocas” (es decir, transferencias de valor en una sola dirección).
Existen dos posibilidades para seleccionar la cuenta a acreditar.
Un método consiste en registrar una partida de ingresos (generalmente en una cuenta especial no operativa), lo que conducirá a un ingreso informado más alto y un aumento final en las ganancias retenidas.
Alternativamente, el crédito podría registrarse en una cuenta especial de capital contable, mostrando que las reclamaciones de los propietarios se han incrementado por algo que no sea su actividad de inversión o las operaciones exitosas de la empresa.
Esta última posición es dominante en la práctica, pero ningún organismo autorizado en el campo de la contabilidad ha especificado que deba utilizarse.